Mi titulo es de todos...

Orgullosamente "cargo" sobre mi espalda ser el primero en toda mi familia -por parte de padre y madre- en acceder a un título universitario. ¿Y porque digo esto? No porque me considere más o menos que nadie, no son aires de grandeza o un sentimiento de falsa clase, lo digo justamente porque tengo que saber leer de donde vengo, mis orígenes y el de mi familia, tengo saber entender que factores sociales, políticos y económicos confluyeron para que eso haya sido posible (además de una cuota de esfuerzo y perseverancia). 
No es mi intención ponerme aquí a hacer una enunciación taxativa, mucho menos un desarrollo de las mismas porque será motivo de otro análisis, lógicamente más extenso. Simplemente prefiero quedarme con aquellos más sobresalientes como lo son primero que nada un estado presente, capaz de posibilitar y profundizar una educación pública, gratuita y de calidad. 
Saber que en gran medida el título que hoy cuelga en la pared se lo debo, como he escuchado de la "reina de corazones" a millones de argentinos que no pueden acceder a este beneficio que otorga una movilidad social ascendente (y va entrelineas mi ferviente deseo y anhelo personal de que sean cada vez menos, aunque para estos días el horizonte pareciera alejarse).
A ellos, a mi pueblo postergado, es al que le juro eterna lealtad y compromiso. A todos esos niños, trabajadores y abuelos es al servicio de quienes debemos poner nuestras profesiones, nuestros saberes, la ciencia y tecnología, las universidades mismas. El saber de la calle con el saber técnico -profesional, juntos y entrelazados.
Porque si de las universidades se apropian los que mas tienen mas tendrán ellos. Por eso sigamos formándonos, desarrollándonos como profesionales, porque solo de esa manera podremos humanizar el sistema.
Solo con más universidades, más pueblo en las mismas, solo así una sociedad puede tornarse de verdad mas inclusiva, con oportunidades para todos y todas.

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