Simooon, vamos vamos a guardar… A guardar a guardar cada cosa en su lugar!!!
El tiene tres años y desde antes de caminar siempre hemos inculcado (y el aprehendido) que debe cuidar de sus juguetes y pertenencias que meticulosamente hemos elegido para su recreación y desarrollo psicomotriz.
Atento vayan creciendo sus necesidades, gustos e intereses iran variando y con ello el arduo trabajo de nosotros de ir regando pacientemente para que esas semillas de sencillez y humildad germinen en su personalidad.
Tener poco y de calidad. Cuidar y valorar es el quid de la cuestión siempre que nuestra intención primera sea formar personas plausibles de ser felices y no “exitosas”. Porque si les damos todo solo porque se puede o porque “yo no tuve esa posibilidad”, cuando crezcan y se encuentren con que en la vida no se puede tener todo lo que uno quiera sentirán una sensación de insatisfacción difícil de sobrellevar.
Como padres comprometidos con una crianza respetuosa, es nuestro anhelo, nuestro deseo supremo lograr que Simón -y su hermanito- puedan ser desamaterializados, nunca manipuladores y caprichosos. Asimismo, los chicos que no son hiperegalados suelen valorar más y mejor los regalos realizados artesanalmente (por ejemplo un barrilete), estiman de manera distinta el tiempo de juego que su entorno les ofrece e identifican con facilidad los regalos, que aunque costosos están vacíos de contenidos.
El regalo por definición es un presente, y justamente como la palabra lo indica es “estar presente”. De que vale comprar un super regalo, ostentoso, costoso y lo peor; sin margen para que los niños exploten y exploren su vasta creatividad.
El juguete debe necesariamente ser un facilitador del juego, no el juego en sí!
Como en el principito, que le pide insistentemente al piloto que le dibuje un corderito y este le dibuja una caja con agujeritos. En aquella anécdota queda representada el poder de la imaginación de los niños cosa que no se desprende de los juguetes convencionales y unimodales con mas nada por descubrir que para lo que fue creado.
El tiene tres años y desde antes de caminar siempre hemos inculcado (y el aprehendido) que debe cuidar de sus juguetes y pertenencias que meticulosamente hemos elegido para su recreación y desarrollo psicomotriz.
Atento vayan creciendo sus necesidades, gustos e intereses iran variando y con ello el arduo trabajo de nosotros de ir regando pacientemente para que esas semillas de sencillez y humildad germinen en su personalidad.
Tener poco y de calidad. Cuidar y valorar es el quid de la cuestión siempre que nuestra intención primera sea formar personas plausibles de ser felices y no “exitosas”. Porque si les damos todo solo porque se puede o porque “yo no tuve esa posibilidad”, cuando crezcan y se encuentren con que en la vida no se puede tener todo lo que uno quiera sentirán una sensación de insatisfacción difícil de sobrellevar.
Como padres comprometidos con una crianza respetuosa, es nuestro anhelo, nuestro deseo supremo lograr que Simón -y su hermanito- puedan ser desamaterializados, nunca manipuladores y caprichosos. Asimismo, los chicos que no son hiperegalados suelen valorar más y mejor los regalos realizados artesanalmente (por ejemplo un barrilete), estiman de manera distinta el tiempo de juego que su entorno les ofrece e identifican con facilidad los regalos, que aunque costosos están vacíos de contenidos.
El regalo por definición es un presente, y justamente como la palabra lo indica es “estar presente”. De que vale comprar un super regalo, ostentoso, costoso y lo peor; sin margen para que los niños exploten y exploren su vasta creatividad.
El juguete debe necesariamente ser un facilitador del juego, no el juego en sí!
Como en el principito, que le pide insistentemente al piloto que le dibuje un corderito y este le dibuja una caja con agujeritos. En aquella anécdota queda representada el poder de la imaginación de los niños cosa que no se desprende de los juguetes convencionales y unimodales con mas nada por descubrir que para lo que fue creado.
Comentarios
Publicar un comentario