El champagne de mis viejos

Mis viejos habían prometido tomarse un champagne al momento de terminar de pagar la casa que compraron justo antes de casarse. Más de 30 años pagando las respectivas cuotas de una casa, con muchos traspiés. De algunos me acuerdo y hoy a la lejana ultra valoro.
En el año 2012, momentos antes de la partida terrenal de mi madre, esta le encomendó a mi padre que por favor terminara de pagarla, así fue que la ultima cuota fue abonada al día siguiente de su fallecimiento, recibo de pago que aún conservo.
Allí viví los años más hermosos de mi vida, ahí nací, aprendí a hablar, a caminar, vi llegar a mis hermanos, tuve mis primeros amigos, conocí el significado de palabras como vecino, barrio y club.
Después de que el tiempo ponga todo en su lugar, hoy tengo la fortuna de anunciar que esa casa para nada extravagante pero cargada de valor emocional, con mucho sacrificio y esfuerzo personal y familiar, es donde también criare a mis hijos, envejeceré el cuerpo y rejuveneceré el alma.
Finalmente seré yo y mi compañera de camino, quienes nos tomaremos esa misma botella de champagne que mis viejos por esas eventualidades de la vida no pudieron.


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