Gracias Mala Junta - La Plata por esta posibilidad. Les comparto, desde mi óptica, lo que fue el encuentro de varones feministas o antipatriarcales.
Caras de asombro, de sorpresa, es la cara de la reinvención, la cara de un animal de porte mayor camino al matadero. Al encuentro con otros hombres, iguales y muy distintos, nos juntamos para cortarnos el mambo y repensar la masculinidad, de ampliarla para que quepamos todos pero principalmente para procurar una igualdad de género, que aunque más visible ahora su lucha, se encuentra aun distante.
Primero unos ejercicios, donde se decía, la idea era poner el cuerpo, abrir los sentidos, cerrar los ojos, respirar hondo, reflexionar de por que estábamos ahí, siempre con los ojos cerrados cuando imprevistamente irrumpieron un par de mujeres que a duo recitaron un poema que ilustraba con dolorosas palabras -de las que duelen al alma- en relación a la violencia machista.
Acto seguido, ocupar el espacio la tarea, caminar el aula, haciendo primero contacto visual con el resto de los presentes, luego, a las dos palmadas, al contacto visual se le sumaria el contacto físico. Créanme que tomarse de la mano, abrazarse y buscarse en la mirada del otro, para un hombre heterosexual criado bajo un sistema patriarcal (como quien escribe) no es nada cómodo, debiera ser más normal. Pero de eso se trataba el ejercicio, salir de esa zona de confort, poner el cuerpo y de manifiesto que nos han educado para ser fuertes, duros e insensibles.
Para finalizar estos ejercicios, un cuestionario de interpelación al machismo era leído por los moderadores y deambulando por el aula había que acercarse hacia algunos de los rincones (muchas veces/pocas veces/nunca/siempre)
Nos dimos nuestro tiempo para puntear a criterio de cada uno, cuáles eran los privilegios propios y del entorno de los que gozábamos sólo por ser hombres. Que hacíamos para contrarrestarlos y como interpelariamos a otros hombres.
Para el final, a mi parecer lo más fructífero de la jornada, 5 grupos de unas 10 personas para reflexionar sobre los disparadores que antes habían surgido.
Muchas reflexiones compartidas, distintos enfoques según desde donde uno hablara o se reconociera. Testimonios de disputas en territorios machistas, compartimos estrategias desde donde desnaturalizar al patriarcado, sabiendo, a fin de cuentas que para lograr un avance en cuanto a la igualdad de género si y sólo si debíamos renunciar a los beneficios del patriarcado.
Caras de asombro, de sorpresa, es la cara de la reinvención, la cara de un animal de porte mayor camino al matadero. Al encuentro con otros hombres, iguales y muy distintos, nos juntamos para cortarnos el mambo y repensar la masculinidad, de ampliarla para que quepamos todos pero principalmente para procurar una igualdad de género, que aunque más visible ahora su lucha, se encuentra aun distante.
Primero unos ejercicios, donde se decía, la idea era poner el cuerpo, abrir los sentidos, cerrar los ojos, respirar hondo, reflexionar de por que estábamos ahí, siempre con los ojos cerrados cuando imprevistamente irrumpieron un par de mujeres que a duo recitaron un poema que ilustraba con dolorosas palabras -de las que duelen al alma- en relación a la violencia machista.
Acto seguido, ocupar el espacio la tarea, caminar el aula, haciendo primero contacto visual con el resto de los presentes, luego, a las dos palmadas, al contacto visual se le sumaria el contacto físico. Créanme que tomarse de la mano, abrazarse y buscarse en la mirada del otro, para un hombre heterosexual criado bajo un sistema patriarcal (como quien escribe) no es nada cómodo, debiera ser más normal. Pero de eso se trataba el ejercicio, salir de esa zona de confort, poner el cuerpo y de manifiesto que nos han educado para ser fuertes, duros e insensibles.
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| Ph: Facebook Mala Junta - La Plata |
Para finalizar estos ejercicios, un cuestionario de interpelación al machismo era leído por los moderadores y deambulando por el aula había que acercarse hacia algunos de los rincones (muchas veces/pocas veces/nunca/siempre)
Nos dimos nuestro tiempo para puntear a criterio de cada uno, cuáles eran los privilegios propios y del entorno de los que gozábamos sólo por ser hombres. Que hacíamos para contrarrestarlos y como interpelariamos a otros hombres.
Para el final, a mi parecer lo más fructífero de la jornada, 5 grupos de unas 10 personas para reflexionar sobre los disparadores que antes habían surgido.
Muchas reflexiones compartidas, distintos enfoques según desde donde uno hablara o se reconociera. Testimonios de disputas en territorios machistas, compartimos estrategias desde donde desnaturalizar al patriarcado, sabiendo, a fin de cuentas que para lograr un avance en cuanto a la igualdad de género si y sólo si debíamos renunciar a los beneficios del patriarcado.
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