Yo solo quiero escuchar a Dolina

-Cuando me muera quiero que en el cajón me dejen un atado de Lemman, una cajita de fósforos y una radio para escuchar a Dolina -declaro un día la mamá de Eduardo.

Cuando su único hijo sufrió un accidente que le costara la vida, la vieja ya era vieja y eso fue hace más de diez años. Había amagado ya varias veces con irse. Siempre gritaba que cuando no este la van a extrañar. Nadie la escuchaba y si lo hacían no le llevaban el apunte.
De una memoria increíble, a menudo recordaba acontecimientos de su vida de esos que son fácilmente olvidables. A todos hacia dudar con sus historias, si realmente pasaron o simplemente era ella una gran generadora de anécdotas ficticias.

-Me acuerdo cuando te agarre fumando por primera vez. Estabas leyendo la 5ta o la 6ta tirada del diario La Razón -dijo para romper un silencio de los mas silenciosos. Con las hojas grandes ¿te acordás hijo? De atrás salía el humo, me acerqué sin poder creer lo que veía, hasta que te agarre desprevenido y te di una cachetada que perforó el papel...
-Mamá... Yo también quiero escuchar a Dolina en paz.



Comentarios