“Stranger Things”, Cosas más que raras, en su traducción al castellano

Habiendo terminado de ver la primer temporada de la serie de Netflix “Stranger Things”, Cosas más que raras en su traducción al castellano, que transcurre en una pequeña localidad de Indiana, EEUU. Rápido, me apuro y dejo deslizar la hipótesis que origina este artículo; no pude evitar vincular tajantes hechos de ficción con lo que aconteció en nuestro país en la última interrupción de la democracia a manos del poder militar.
Varios cuestiones son las razones que dan nacimiento a esta analogía que crece en mi cabeza, comenzando  con ese macabro monstruo (mismo estado de la época mas oscura) que se come o chupa a las personas, que te invade y te come por dentro. Que genera miedo y te paraliza en el caso de que hayas tenido al fortuna de seguir en vida. 
Además, uno de los ejes en los cuales gira el mayor suspenso es mostrar a un par de madres desesperadas por dar con el paradero de sus hijas/os, secuestrados y robandoles su identidad. Nótese que una de las niñas cooptadas, robada al nacer, es llamada Once, solo un numero (niña con poderes telequineticos). Mismo se quiso hacer con Will Dyer otro de los niños protagonistas que desaparece misteriosamente en el primer capítulo, recuperado al finalizar solo por la iniciativa y el accionar de un grupo de personas encargas de hacer justicia y lograr la restitución, demostrando una gran valentía y fuerza de convicción. Ejemplos de estos en la vida real hay en cantidades industriales.
Ese lugar oscuro, siniestro donde iban a parar las victimas en la exitosa tira bien podrían ser los campos de detención ilegal adonde enviaban a los “subversivos”, como Campo de la Ribera, los pozos de Quilmes, Arana o la Ex Esma entre otros.
Esa denigración de la especie humana, aunque en el caso de la serie, en apariencia no respondía a ningún criterio ideológico como si pasó en la última dictadura cívico, eclesiástico y militar que lo que se pretendía apagar era una manera de ver el mundo, un conjunto de ideas y comportamientos que terminaban por conformar el sentido común que marcaban el clima de época.
Hay en la serie métodos de persecución, espionaje y técnicas inhumanas para tomar declaración a las personas como picanas y ahogamientos entre otros.
Seguro son cosas mías, no lo descarto, seguramente ligadas inconscientemente a la novela que leo por estos días, “Una mujer en cuestión” de Maria Teresa Andruetto donde muestra mediante un meticuloso informe, con decenas de entrevistas y documentación, recabar información de la misteriosa desaparición de un hombre (Aldo Banegas) y la explicación de una violencia institucional sin antecedentes como el sometimiento de prácticas aberrantes para con Eva Mondino (y tantos otros), víctima ella de un robo de bebe encuadrado, a su vez  dentro de un nefasto plan sistemático de apropiación de bebes y robo de identidad.
Este es maravilloso sendero del arte, en este caso el cine entrecruzado con la literatura que juntos atraviesan hechos controvertidos y oscuros de la historia reciente de un país que aun sangra por la herida y que al ser exteriorizado mantienen bien encendido la fogata de la Memoria.

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