¿Y si soy?

¿Y si soy? Si finalmente doy con lo que hasta acá era una sospecha. Una de las que aparecen chiquitas, imperceptibles. Nace en el pecho y se expande, se alimenta en el amor. Crece lento pero constante. Y cuando me quise acordar ya era más que una sospecha, mucho más.
Los ojos se ponen llorosos, y miran sin ver. Y el tic tic que se escucha, son las fichas que comienzan a caer y no el reloj, que parece haberse detenido desde que el hallazgo me encontró a mí.
No sé porque, pero lo supe. Mi piel no lo dejo salir, pero algo se movió adentro. Duro segundos, y me sentí realizado.
Esos inexplicables sueños, tenebrosos y oscuros. Creía que solo eran una herida social abierta, que lo es. Aunque yo no estaba, al menos no en esta vida. Ese rechazo a los que deben protegerme, el abuso de autoridad y las injusticias. Cuantas veces no podía yo explicar lo que escribía. Tal vez no era yo. O si era yo pero… Ahora mi Patria mía te quiero más, te quiero más libre y soberana.
Yo creo en las reencarnaciones. Creo fervientemente, y hasta lo poco que sé las mismas son siempre en grupos, aunque diferentes roles. Y si yo me vi ahí en el Vesubio o el Pozo de Quilmes, o Abasto. Y si hoy camino con los que camino, y los miro y los conozco. Puedo ser Haroldo, Rodolfo, Hector o Raymundo o cualquiera de esas almas que quedaron flotando por el aire a la espera de algún cuerpo prestado para seguir luchando por lo que falta.



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