Los cuelga galletas...

Volver a empezar no es imposible, por momentos divertido, loco y arriesgado. Más vida social abriendo paso a nuevas relaciones. Pero no es fácil, menos si se tienen hijxs.
En el camino, estarán las adversidades, que a veces vienen con cara de hombre, otras de mujer, que tendrás que comprender, desentrañar para ver el sol nacer.
En el caso la experiencia es una mujer de 34 años, situación -quiero garchar sin que me rompan las pelotas-,



Idas y vueltas, mensajes de "guasap", un juego de seducción que involucraba a terceros amigos en común. Nombres que aparecen en nuestro presente cada vez con más frecuencia y de momento con menos miedos de los aprehendidos de un pasado no tan pisado.
La experiencia hace que a las relaciones cercanas se las mire por arriba del hombro, con cierta desconfianza. Ganas de creer pero también de no tropezar con esa piedra que muchos ven y no logran esquivar.
No es facil volver a empezar. A menudo, el contexto que relato influye, llevando a personas maduras a tomar decisiones que no lo son, a gente adulta llevando a cabo acciones infantiles, a seres desenvueltos transformados en otros sin capacidad de encanto y seducción. Pero supongamos que hasta acá pueda ser normal, pues el amor a veces, más que nada al principio, también estupidiza.

-Hola, que haces?
-Nada -contesté
- Ahh que buen plan. -contestó apelando a un mal chiste.
-Estoy enferma, vaa en realidad ya repuperandome de una angina.
-Salimos a tomar una cervecita?
-Pero... no puedo tomar
-Ah cierto. Pero yo si.
-Ahh vivo y yo iría a verte tomar? No tiene gracia.
-Bueno queda pendiente para otro día
-Si si dale. Que tal el viernes?
- Bueno, si me encantó. -contestó con raro entusiasmo.

Se aproximaba el finde, de una semana que parecía eterna. Una mezcla de sensaciones que con treinti tantos años ya resultan raros. Mezcla de nervios con ansiedad, fruto de no ver el rostro del todopoderoso por tiempo más extenso que el deseado, además de una pizca de inseguridad sobre la decisión, hacían producir en mi por lo menos una situación de las que insumen (mas) energía y consumen pensamientos en cantidades industriales.
Me preguntaba: que me pongo, que quien de los dos tomaría la iniciativa, si solo iremos al grano o previo a nada me dirá todo. Me preguntaba si eso que me pasaba sería ilusión... Y porque ya me desilusione, ahora me asustaba? y que se yo cuánta cosa más. Y recién estoy a martes. Noooo.
No paso nada y ya tenía ganas de compartirle todo a mis confidentes, un poco para buscar una aprobación que para mi no es vinculante y otra, para mi si importante, como una necesidad de contarlo por no poder guardarlo.
El jueves, mensaje. Casualmente no era de el. Que cosa...pensé! Justo ahora pero ya tengo planes para estos dias.
Pero el viernes no fue el día soñado, y el tiempo dirá que tampoco lo fue para el olvido. La cuestión es que el teléfono no sonó durante el día, ni cuando el día dejo de serlo para abrirle paso a la noche oscura.
No sólo no hubo mensaje, tampoco hubo respuesta, hubo doble tilde, hubo última hora de conexión más tarde de mi alarde.
No hubo en mi vida muchas cosas, y seguramente no las habrá. Pero a esta altura me propuse, decididamente no haya más lugar para los inseguros, para los que no sepan jugarse el cuero por el deseo, para los que teman tirar de la punta de un ovillo sin saber siquiera si sale de una. Para chiquilinadas de cuelga galletas, y administradores de ilusiones ajenas.
Viviré la vida a mi manera, interactuando y relacionando con aquellos que quieran delimitar la cancha y definir reglas del juego mutuamente, para jugar a lo mismo y no hacer de simple espectador a un mundo que sigue girando.
En fin no me importan estos tipos que son del montón, no me importan la gente que es deshonesta con sus emociones o que le hace decir a su cara y a su piel cosas que no quieren, o peor: que no sienten!. No me importan esas personas que aún viven sólo porque su cuerpo no los ha dejado ir.
Quiero gente fresca, radiante y alegre. Quiero gente que sepa lo que quiera aunque deba tomarse el tiempo de descubrir lo que yo quiero. Quiero personas con la altura moral de quererse ellos, porque sólo así podrá querer lo que lo rodea, a mi inclusive.

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