Sonriente y alegre, como una abuela, prefiero recordarte!

Promediaba la semana 16 del año en curso cuando cruzo el atlantico una noticia de las que a nadie se siente gustoso de recibir. Una gran mujer, brindada de lleno al prójimo, que dio su vida por quienes mas lo han necesitado nos dejo, al menos desde el plano de lo terrenal ya que sin dudas nos estará guiando e iluminando desde un cielo, que esta mas cerca de lo que muchos piensan. Sor Clorinda Venneri siempre estaras en nuestros corazones. Todas esas semillitas que alguna vez sembraste hoy son deliciosos frutos y bellas flores, tus valores e ideales atraviesan nuestro SER promoviendo un mundo mas igualitario, mas justo y bonaventurado.
Sor. Clorinda Venneri, nacio el  17 de Mayo de 1916, en Taranto, Italia, desde muy joven paso a integrar el noviciado de Congregación hijas de María Inmaculada, con motivo de su elección ya tomada, fue que la envían a la Argentina y así también como es que desemboca en nuestra  localidad de Bragado.
El 17 de Febrero de 1948 comienza a estampar su obra en el Hogar Arnaldo Migñaquy, institución fundada el 30 de Agosto de 1927 cuyo destino es albergar a niños que por diferentes razones socio-económicas debieron hacer uso de sus instalaciones, en la actualidad sigue este maravilloso hogar desenvolviendo esa función social.
El “hogar” se transformo en sinónimo de su forma de ser y supo, superando el paso del tiempo acompañar el crecimiento de generaciones de chicos que llegaron hasta allí en procura de abrigo físico y espiritual.
No habiéndose conformado con lo que estos chicos anhelaban y necesitaban, brindó amor, perseverancia y afecto especial hacia todos los niños, sin distinción alguna y a muchos, hoy hombres, que la recuerdan y respetan por la protección que supo ofrecer con verdadero cariño y amor de madre.
Siguiendo la misma línea vale recalcar que esa vocación de destinar su vida a una obra que tiene su eje central en trabajar desinteresadamente por el prójimo, no se esfumaba al traspasar las puertas del Hogar Arnaldo Migñaquy, muy por el contrario toda vez que siempre se mostro interesada en sus ex-alumnos, su inserción, educativa laboral y sociocultural en general, amen de haber tenido una tarea de altísimo contenido espiritual como social para la sociedad toda.
Porque  demostró, de una vez y para siempre, que los niños de nuestra sociedad necesitan de la contención suficiente para que en la posteridad puedan desenvolverse normalmente en la misma, puedan constituir su familia y darle en fin, un grato sentido a su vida.
Afable, sencilla y cordial, le decimos simplemente que es el agradecimiento voluntario y explícito para toda una lucha, digna, inclaudicable, honrada y afectuosa.

Franco Salazar