Santiago del Estero - Julio 2011

Escases de recursos, así comienzo en el día de hoy, es que me ha caído la ficha chango! Donde estuve parando, que se me ocurre es de lo más urbano, con ambientes amplios y bien definidos, hay como un salón de usos múltiples, la cocina, baños dos y en la planta superior una oficina y dos habitaciones, luz y grifería excelente pero… no hay AGUA!!!
Claro ocupado por interiorizarme con el conflicto sobre las tierras, no me percate de semejante vulneración a los derechos humanos, reconocido como tal en importantes tratados internacionales y que nuestro país ha ratificado adquiriendo con ello carácter constitucional a partir del año 1994.
Es de no creer que no exista la voluntad política de no realizar obras de infraestructuras necesarias para garantizar el acceso al agua potable. Siento que si bien hemos avanzado mucho aún resta transitar varios años más para que la famosa justicia social no deje rincón de la Argentina sin pasar la lupa de los derechos básicos e indispensables para posibilitar una vida digna y en equilibrio con el medio.
Es admirable (y entendible) la valoración por el recurso natural agotable, tanto que cuando llegas a una casa el santiagueño primero te “ataca” con una silla para que te sientes (se recomienda aceptar, como con todo lo que te ofrezcan) acto seguido el vaso de agua. Muy buen recibidor de visitas.
Aquí a solo unos 100 metros pasa el Rio Salado, donde frecuentemente muchos se acercan a buscar el agua, comúnmente transportada en las denominadas zorras (simples carruajes tirada por la fuerza de un caballo). A esa agua, se suele poner el jugo de las pencas de una planta llamada quimil, autóctona de esta árida zona, ésta “mágicamente” envía las partículas más pesadas al fondo aclarando el agua.
El campesinado del norte santiagueño junto al MOCASE y El Ceibal A.C. han reclamado la efectivizacion de este derecho como también de otros, se han organizado y capacitado pero deben aún profundizar mucho más para poder combatir el estómago de los poderosos grupos sojeros y la desidia (cuando no también beneficiarios) del poder político.
Por tal razón es de tamaña importancia disputar los espacios de debate como foros de producción, agricultura, ambiente, salud, crear espacios de debate local y regional pero también dar la pulseada por cargos políticos legislativos de la provincia y de las ciudades correspondientes.
Así viene sucediendo, al menos acá en San José del Boquerón dado que desde la OCCAP (Organización Campesina de Copo, Alberdi y Pellegrini) como sede del MOCASE se impulso la candidatura de quien llega por vez primera a ocupar una banca en la Camara de Diputados provincial en representación y enarbolando las banderas del campesinado del monte del Salado Norte.
Nelly Solorza, “la diputada que no parece” vive pegado a la sede de la OCCAP, donde ha vivido siempre. Sencilla, más bien seria, que demostró estar al pie del cañón para acompañar a cualquier campesino de la zona que tenga conflicto de tierras.